viernes, 22 de octubre de 2010

Sociómetro Vasco

Los líderes políticos vascos suspenden según los datos del último sociómetro. Pues, vaya, no me extraña, dirían algunos. La mejor valorada es la parlamentaria Aintzane Ezenarro. Lo curioso es que, Víctor Urrutia, el director del sondeo, afirma que en el caso de esta parlamentaria, más de la mitad de los vascos no la conoce. Este dato no sabemos si es determinante para llegar a postular que cuanto menos conocido es un político más posibilidades tiene de ser mejor valorado. Es desconcertante porque no se sabe en qué clave valora el ciudadano de a pie a sus dirigentes políticos. ¿Acaso se puede concluir que el trabajo del político es poco valorado? El mensaje de fondo del sociómetro puede ser que lo que realmente valoran poco los ciudadanos es la clase política en general, de modo que la cara del político es lo de menos porque si le conocen poco, mejora la percepción que tiene el público de él, mientras que si le conocen más, como es el caso del lehendakari, al que conoce más del 98 % de los encuestados, baja su valoración.


Datos reseñables, antes de hacer las cábalas, López baja una décima hasta 4,1, Basagoiti sube una décima para quedarse con un 3 y los líderes de las diferentes fuerzas políticas nacionalistas suben, Urkullu dos décimas, Mikel Arana, líder del EB-IU, cinco décimas, Pello Urizar, poco conocido para la sociedad vasca, aunque va en aumento su popularidad, actualmente máximo dirigente de EA, sube 7 décimas y Aintzane, portavoz de Aralar en el Parlamento vasco, sube cinco décimas. La pregunta obligada es qué ha pasado durante estos meses para que suban en bloque la percepción que la ciudadanía tiene de los nacionalistas en sus diferentes versiones o qué es lo que ha hecho mal el lehendakari para que le castiguen de ese modo.


                  


Además, lo que el sociómetro apunta sirve para que los líderes o portavoces de cada uno de los grupos parlamentarios realicen sus declaraciones e intenten hacernos ver blanco lo que es medio gris. Cada uno tiene su interpretación positiva o menos mala. Por ejemplo: el portavoz del PSE, Pastor, afirma que a pesar de que haya bajado la valoración del lehendakari, sin embargo, no se desaprueba su política porque, afirma que, la cultura del cambio va calando entre los vascos. En qué quedamos, el político baja su valoración, pero, en cambio, su política sube.













Las políticas las hacen los políticos, no me atrevería a decir que si lo que está en crisis son los políticos forzosamente también lo ha de estar la política porque aquellos viven de ésta. Ojo, que quizá lo que la gente demanda es otro modo de hacer política, quizá están cuestionando la política, quizá no estén de acuerdo con el juego político o con el ruin cálculo electoralista o estén hastiados con que valgo todo para buscar que se remarquen las diferentes posiciones políticas, aún a pesar de que sufra el bien común. La gente mira por su negocio y sus habichuelas y en el caso de los políticos por el suyo, que no es otro que perdurar en su sillón, con el consiguiente peligro de pérdida de las esencias, es decir, que quede diluido lo que los griegos soñaron desde que inventaron esto de la democracia, el gobierno del pueblo. El político está para servir, al menos eso es lo que aprendimos de la Grecia clásica. La sensación que la gente transmite con sus valoraciones es la pérdida de referencia de la clase política. A los mortales que vivimos nos preocupa lo cotidiano de cada día, a los políticos les preocupa que estén bien apreciados, pero ¿es válido engañar, si con eso se consigue mejorar la opinión que de uno tengan? ¿Es tolerable la manipulación mediática, si el fin es bueno, o sea, mejorar la imagen pública? Y si se preocuparan los políticos de servir. Moraleja: una reflexión acerca del servicio en política sería necesaria.







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