miércoles, 9 de octubre de 2013

Lo que dice un político

De modo normal, en nuestro día a día, sabemos el motivo por el que hacemos las cosas. Tenemos una serie de objetivos que vamos desarrollando mediante acciones claras y definidas. Analizamos dónde estamos y dónde queremos llegar. A su vez, para llegar a nuestros objetivos, nos marcamos una serie de acciones para lograrlo.
 
Quien quiere ser un buen médico empieza por estudiar una carrera de medicina para que, una vez definidas sus preferencias, pueda optar a una plaza de MIR en la especialidad deseada donde desarrollarse conjugando su trabajo con publicaciones científicas, formación específica,... Es un proceso largo, no se logra en un día, ni en semanas, se necesitan años para obtener la posición deseada.
 
En política ocurre exactamente lo mismo. Cualquier político, y las personas que le rodean, tiene que tener claro dónde está y a dónde tiene que ir. Pero no sólo consiste en saber y tener claro sus objetivos, sino que tiene que transmitirlos. Un político tiene unos jefes a los que rinde cuentas cada cuatro años y, a su vez, esos mismo jefes son sus clientes a quienes tiene que prestar el servicio adecuado día a día. Los ciudadanos, los votantes, tienen que conocer y saber qué es lo que se está haciendo, cómo se está haciendo y el motivo por el que se está haciendo. En el ejemplo del estudiante de medicina, imaginaos que nunca cuenta ni informa a sus padres los planes que tiene, nunca dice las notas que ha sacado ni las inquietudes, ni sus preferencia en cuanto a especialidad,... Esa actitud crearía un claro desconcierto en sus padres que le percibirían a la deriva, sin rumbo claro, perdido y acabaría en una cierta desconfianza. Lo mismo, exactamente lo mismo, sucede con los políticos en su relación con los ciudadanos. La ausencia de información crea una percepción, mucha veces errónea, que provoca desconfianza, inseguridad y una enorme falta de credibilidad.
 
En política no sólo tenemos que hacer las cosas que repercutan en beneficio de los ciudadanos sino que debemos informar, contar y transmitir los mensajes oportunos que ellos, nuestros votantes, están esperando.
 
Cada día es más importante olvidarnos del periodo electoral y trabajar día a día la percepción que nuestro político tiene entre sus públicos. Olvidarnos de esto nos lleva, directamente, al fracaso personal, político y electoral.

Los ciudadanos esperan conocer qué hacen sus gobernantes (en el caso de estar en gobierno) y qué labor desarrollan los políticos de su partido (en el caso de estar en la oposición). Transmitir mensajes adecuados a nuestros públicos facilitará una mayor cercanía entre la clase política y los ciudadanos que redundará en una mayor confianza. La no comunicación o la comunicación errática incrementa la inseguridad y la desconfianza. Transmite lo que haces y el motivo por el que lo haces. Cuenta los objetivos que tienes a corto, medio y largo plazo. Cultiva la transparencia. En la era en la que estamos no podemos tener a la sociedad desinformada.

En la empresa privada, todos los trabajadores rinden cuentas sobre su trabajo, sobre sus objetivos. La evaluación es constante y el intercambio de información fluido. No tenemos que olvidar que los principales jefes de los políticos son los ciudadanos y que, en política, tenemos que procurar rendir cuentas no sólo cada cuatro años sino de manera constante. Los ciudadanos son los jefes que evaluaran a los políticos y, a la vez, son los clientes que juzgarán los servicios que se prestan. Esta doble visión debería marcar el inicio de las acciones de comunicación que se deben tener con cada uno de los públicos implicados.

A lo largo de este blog pretendo dar una serie de pinceladas que ayuden a generar una mayor credibilidad en la clase política que, a pesar de la imagen que día a día va generando, es de vital importancia para el desarrollo de nuestros pueblos y ciudades.
 
 

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